terça-feira, 19 de maio de 2009

SÍ, SOY CRISTIANO Y SOY ROCKERO

Durante mucho, tal vez demasiado, tiempo se nos enseñó a los evangélicos que escuchar rock era pecado. Que el rock era un estilo musical demoníaco y que los cristianos que lo tocaban terminaban siendo drogadictos, criminales o se apartaban del Señor ante el deslumbramiento de la fama y la riqueza.El tiempo ha pasado y, bajo el gobierno soberano de la divina providencia, se ha encargado de derribar los mitos.
El pionero del rock cristiano de fines de los 60, Larry Norman, acaba de fallecer en febrero de este año 2008 con un hermoso testimonio de toda una vida de servicio a la causa del evangelio; pobre, olvidado por la masa, pero rodeado de fieles hermanos y amigos en Cristo; muy afectado después de varias operaciones al corazón, en uno de sus últimos e-mails, sintiendo la muerte cercana, simplemente terminaba diciendo: “i’m going home”. Los integrantes del antiguo Petra siguen firmes en la fe y la mayoría de los Stryper, después de un amargo y triste alejamiento, han vuelto a los caminos del Señor y con una potente nueva versión de “In God We Trust”. Bono de U2 sigue felizmente casado con la misma esposa, cuidando a sus 4 hijos en Dublin, yendo a la iglesia los domingos, participando de retiros espirituales y vigilias de oración y, obviamente, haciendo recitales por el mundo mientras promueve su campaña para erradicar de la faz de la tierra lo que él llama de “pobreza estúpida”.Más allá, incluso, de los casos individuales la verdad es que, estadísticamente hablando, en los últimos 30 años todos los rockeros cristianos que se han apartado no suman más que los pastores tradicionalistas que han sido disciplinados por adulterio, malversación de fondos o enseñar doctrinas anti-bíblicas.Así va la cosa. Nos empezamos a dar cuenta que al final no era el rock el malo, sino el corazón humano.
Pues bien… ¿por qué soy rockero y cristiano? No soy dialéctico idealista ni discípulo de Heráclito de Éfeso o de Hegel, no me siento especialmente inclinado hacia las síntesis de contrarios. La razón por la que soy cristiano y rockero es porque veo absoluta coherencia entre una cosa y la otra. Y algunas de las razones son las siguientes:El rock es un estilo musical que surge como expresión de una generación desencantada con los metarrelatos del proyecto moderno. Estos metarrelatos, sobre todo el de la Razón (con R mayúscula) y el acceso a la Verdad (también con V mayúscula) por medio de ella, se vio ampliamente cuestionado desde el mismo Nietzsche y la música de su amigo Wagner así lo refleja.Pero es en el siglo XX donde este sentimiento de desencanto va a cuajar. En el ámbito de la música académica (o clásica): Schoenberg y la música dodecafónica, Stockhausen y la música electrónica, John Cage y la música concreta. En el ámbito popular: Chuck Berry y los primeros rock & roll de tres acordes (entre ellos, curiosamente, uno llamado “Roll Over Beethoven”), Elvis y su pelvis bailarina, Los Beatles y la sicodelia.Después de muchos desencantos que la modernidad nos produjo (Hiroshima, el Holocausto judío, los Goulags, etc.), nos cansamos de metarrelatos que nos hablaban de una Razón omnisciente y omnipotente que guiaba a la humanidad hacia un progreso infinito, que nos enseñaba la desconfianza hacia las emociones y sensaciones de placer y que nos inculcaba un estilo de vida de “ascetismo secularizado”, de auto-negación por el bien del progreso y del desarrollo de conceptos tan abstractos e intangibles como “Nación”, “Pueblo”, "Equidad" y “Humanidad”.
Ese cansancio tomó forma musical concreta en el rock (“concreta” incluso en el sentido histórico-artístico de la palabra, como en “Revolution 9” de los Beatles en el Álbum Blanco). El rock es una música que apela a los sentidos. En el rock se muestran honestamente el placer y la ira; toda esa visceralidad que el pensamiento occidental moderno había olvidado o que, infructuosamente, había intentado negar, buscando suprimir nuestros instintos más básicos. Instintos que, sin embargo, Dios nos dio y con los cuales Él nos creó para que le busquemos y, una vez habiéndolo encontrado, nos deleitemos en Su presencia.El rock es un estilo musical con fuerte énfasis en el ritmo más que en la melodía y en la armonía y que, por lo mismo, expresa y produce placer y ser cristiano es, de hecho, haber encontrado y saber disfrutar el mayor y más intenso placer: Dios. Al final, el antiguo Catecismo Menor de Westminster ya lo enseñaba y John Piper lo reafirma: glorificar a Dios es lo mismo que gozar de Él para siempre.El rock es, también, con sus distorsiones y sus gritos, un estilo muy apropiado para expresar ira y, como bien dice A. W. Pink, la ira es un atributo divino que los sabelotodos humanos generalmente consideramos como una especie de mancha en el carácter de Dios, cuando en realidad es una de sus perfecciones. La fría indiferencia hacia el mal, tan característica del modernismo (fíjense en el supuesto “profesionalismo” de muchos psiquiatras y abogados cuando tratan con las perversiones humanas) es más pecaminosa que sentir ira. La ira es santa y buena, cuando expresa anhelo de santidad y de justicia verdadera. Dios se aíra contra el pecado, Jesús se airó contra el etnocentrismo farisaico. Prefiero eso a quedarme, en nombre de la “Razón” y la “Lógica”, indiferente frente al mal.
Sin duda que con todo ese desencanto hacia los metarrelatos modernos, también vino el relativismo filosófico-ético anticristiano. Como cristiano, obviamente rechazo todo esto, pero no quiero botar al bebé junto con el agua sucia de la bañera. Digo esto porque muchas veces este desencanto, que algunos llaman “postmodernidad” es contrapuesto per se al cristianismo, como si ser cristiano fuera ser, necesariamente, moderno. ¡Me niego rotundamente a eso! La fe en la “Razón” no es cristiana, no es protestante, es humanista y es idolatría; mi fe está puesta en Dios, la razón es un don que Él me dio para servirle mejor, nada más. Abanderarme con el iluminismo no sería sabio ni bíblico, pero muchos por rechazar el relativismo, lamentablemente, caen en el engaño y se posicionan con las posturas, también anti-cristianas, del iluminismo. Ser cristiano no es ser “postmoderno” ni tampoco es ser “moderno”: ser cristiano es “no conformarse a este siglo” (Rm 12.1-2)Las únicas opciones no son ser “moderno” o ser “postmoderno”. Hay otra opción, no circunscrita a una época determinada porque es eterna, la de ser, como diría C. S. Lewis, un “mero cristiano”. Y como tal, rechazo tanto la frialdad racional del modernismo que endiosó a la Razón como el relativismo filosófico-ético del postmodernismo. Soy emocional y no me avergüenzo de serlo, sino todo lo contrario: le agradezco al Señor que me dio las emociones, así como me dio la razón.
Ser honesto con mis emociones, al más puro estilo de los Salmos bíblicos, y poder expresarlas libremente, son un regalo que me llega a través del rock. El rock me permite manifestar este “gozar de Él para siempre” que es el propósito de mi vida. El rock me permite, también, agradecer a Cristo la indecible victoria que me ha dado por Su sangre y todas las demás bendiciones que Él me da, como el rey David (que a mi entender era todo un rockero), el rock me hace mover los pies delante de Jehová aunque las Micales me menosprecien en su corazón. De hecho, ya que lo mencionamos, ¡qué respuesta rockera la de David a Mical!: “Danzaré delante de Jehová y aun seré más vil que esta vez, y seré bajo a tus ojos; pero seré honrado delante de las criadas de quienes has hablado” (2Sm 6.21-22). ¡¡Puro rock & roll!!
El rock también me permite gritar a un mundo indiferente mi ira contra la injusticia y contra el pecado que habita en mí, primeramente, y en esta sociedad. Los Who rompiendo sus guitarras en el escenario no son nada al lado de un Jesús que echa a los comerciantes del Templo… ¡eso es ira verdadera! Ira justa y santa del Mesías y no la ira de un “rebelde sin causa”. El rock me permite dar vuelta las mesas de cambistas que habitan mi alma y esta sociedad hipócrita, mientras grito a lo Bruce Dickinson: “¡¡¡Quitad de aquí esto y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado!!!” (Jn 2.16). ¡¡Puro metal!!
En el rock encuentro gozo, placer, ira y tanta emocionalidad y honestidad que, como cristiano que busca vivir coherentemente con su cosmovisión, no soy capaz de rechazarlo como medio de expresión.No endioso el rock, no lo necesito, no dependo de él; sólo dependo de Dios. Pero Dios me dio la gracia de nacer en el año en que Lennon murió, de pasar mi infancia escuchando los vinilos de los Beatles los sábados por la mañana junto a mi viejo, de ver en mi pubertad en Televisión Nacional “The Wall” de Pink Floyd, de saltar al ritmo de “Smells like teen Spirit” en más de alguna fiesta en mi adolescencia, de poguear al ritmo de un punk-rock frenético en un recital de Los Miserables en Valparaíso, de cantar hasta la disfonía a Los Tr3s, a Fito, a Charly y a Los Prisioneros en las fogatas veraniegas de los campamentos en La Granja Presbiteriana. No puedo ignorar todo ese bagaje que forma parte de lo que soy.
Hoy soy pastor presbiteriano y tengo que tomar una postura frente a todo lo oído, lo gozado, lo vivido, lo cantado y lo gritado. Y esta es:
Sí, soy cristiano porque amo a Cristo sobre todas las cosas y adoro únicamente al Trino Dios de la Biblia. Y sí, soy rockero porque le agradezco a Dios el don del rock que me permite deleitarme, cantar y, muchas veces, gritar lo que hay dentro de mí. Porque el Señor me dio la gracia de nacer en una época donde existe este vehículo de expresión que hago mío para glorificar a Dios y deleitarme en Él.¡Dios sea alabado y larga vida al rock!

FONTE: http://www.comoviviremos.blogspot.com/ (VISITE E DIVULGUE)

Jonathan Muñoz Vásquez
Un pecador alcanzado por la gracia de Dios; esposo de una hermosa mujer que amo y me ama llamada Priscilla; padre de un lindo y despierto niño llamado Agustín Santiago y de la más bella princesa sobre la faz de la tierra: Sofía Paz; pastor presbiteriano; convencido en lo más íntimo de mi ser de que el cristianismo bíblico es, además del único camino para reconciliarnos con Dios, el mejor sistema filosófico y ético.

quinta-feira, 7 de maio de 2009

Samuel Rhea Gammon

Conheça a história de Samuel Gammon exemplo de solidariedade e dedicação com o próximo

http://www.dzai.com.br/nossagente/video/playvideo?tv_vid_id=33423

terça-feira, 5 de maio de 2009

O CARÁTER CIENTÍFICO DA DOUTRINA DA EVOLUÇÃO




Willem J. Ouweneel Pesquisador Associado em Genética Experimental em Utrecht, Holanda,com Ph.D. na Faculdade de Matemática e Ciências Naturais.




Resumo


Torna-se cada vez mais evidente que a evolução não é sequer uma boa teoria científica. Por exemplo, os evolucionistas afirmam que a vida surgiu naturalmente a partir de matéria inerte, mesmo sem existirem evidências a favor da geração espontânea. A explicação criacionista nesse particular é mais simples e também mais adequada.
O evolucionismo não se apresenta nem como uma teoria, nem como uma hipótese, mas como um dogma ou doutrina. Ele não se enquadra corretamente na “ciência natural”, mas sim no domínio da filosofia, por ser um postulado materialista.

Com o exame de seis requisitos, conclui-se que a teoria da evolução falha naquilo que se deve exigir de qualquer postulado ou concepção “científica”. Finalmente, embora nem o criacionismo nem o evolucionismo sejam estritamente um conceito “científico”, deve ser preferido o criacionismo devido a ser ele mais consistente com o nosso conhecimento, e ser ao mesmo tempo baseado na Palavra de Deus.
As origens e os fatos científicos
No século passado, quando os pontos de vista de Darwin conquistavam o mundo científico, eles indubitavelmente tiveram o mérito de dar origem a pesquisas extensivas quanto à variabilidade dos organismos vivos, e quanto a evidências concretas relativas às variações.Deve ser lamentado, entretanto, que muitos biologistas se tornaram tão entusiasmados pela teoria que foram muito além dos fatos concretos. Eles ligaram estes fatos com uma filosofia materialista, indo muito além do horizonte puramente científico. Dessa maneira, os pontos de vista evolucionistas cresceram para se tornar uma doutrina todo abrangente.
Mas estaríamos completamente errados se chamássemos tal doutrina de teoria científica. Qualquer teoria “científica” deve ser baseada em fatos científicos, e não em especulação. É dificilmente acreditável que, por exemplo, Grassé (1) pudesse escrever: “Os biologistas estão profundamente convencidos de que a evolução é um fato inquestionável”.
A evolução, no senso lato, (isto é, descendência de todos os organismos vivos a partir de ancestrais comuns, e estes do mundo inorgânico) não é nem um fato estabelecido completamente, nem mesmo uma conjectura baseada em fatos. É uma conjectura baseada em pontos de vista filosóficos materialistas, opostos aos anteriores pontos de vista criacionistas, mas por si mesmos não mais “científicos” do que eles.
Todo autor de livro-texto que tenta provar a doutrina da evolução apresenta um grande número de fatos, todos eles relativos a variações (isto é, mudanças dentro das “espécies” bíblicas), mas nunca provando a transformabilidade da “espécie”. Esses fatos reais relativos a variações são aceitos de coração pelo criacionista que, entretanto, se reserva a si mesmo o direito de não extrapolar esses fatos de maneira evolucionista, mas de interpretá-los de maneira bíblica.
É muito compreensível que para muitos cientistas o ponto de vista materialista da evolução possa parecer muito mais lógico e aceitável. Um cientista pode relutar em introduzir um “deus ex machina” no seu campo científico, mas esse fato essencialmente nada tem a ver com ser ou não correto esse ponto de vista. A “verdade” jaz além do horizonte das ciências naturais, num nível teológicos e torna-se conhecida somente pela revelação, e não pela investigação.
É portanto incorreto acusar de serem “não científicos” aqueles que acreditam que a criação explica estes fatos científicos. Da mesma maneira poder-se-ia dizer que são “não científicos” aqueles que aceitam fatos científicos mas que também acreditam na evolução, a qual por sua vez, não é um fato científico. O evolucionismo compreende tanto a explicação de certos fenômenos (processos repetitivos), como a descrição de processos históricos (não repetitivos, mas documentados). Ambos esses elementos podem ser aceitos como “fatos” somente se os “processos repetitivos” postulados tiverem sido observados ou reproduzidos experimentalmente e somente se os acontecimentos supostamente históricos tiverem sido suficientemente documentados. De ambas as maneiras os evolucionistas têm falhado completamente, enquanto os criacionistas acham confirmação dos seus pontos de vista em muitos campos científicos, como veremos.
Apesar disto, a maior parte dos cientistas acredita firmemente na macroevolução, se não por outra razão, por repudiarem a alternativa criacionista e supervalorizarem o método científico natural. Um dos fundamentos deste método é a unidade principal de tudo que varia. Desta maneira, quando os fósseis apontam para a variabilidade, isso deve ser entendido como “consangüinidade”, pois de outra maneira a possibilidade de uma explicação científica natural deixaria de existir [Van Melsen (2) ]. Eu acho que isto é uma grosseira supervalorização, porque nós não estamos interessados precipuamente num mais elegante método de raciocínio, mas sim na verdade. De fato, existe a mesma possibilidade de se entender a unidade dos organismos como devida a um projeto criativo comum, implicando naturalmente um Criador, o que por outro lado não deixa de ser também um raciocínio “elegante”.
Portanto compararei, primeiramente, de uma maneira tão objetiva quanto possível, as abordagens criacionista e evolucionista, como métodos “científicos” do ponto de vista teórico, tentando depois mostrar que mesmo para o cientista que não conhece a Palavra de Deus, desde que não tenha ele preconceitos materialistas, deveria ser evidente que a doutrina da evolução, ainda que sendo uma filosofia interessante, não preenche nenhuma das condições que uma hipótese científica deveria razoavelmente satisfazer.
As origens e as hipóteses básicas
Uma objeção sempre levantada contra os criacionistas é que eles a priori admitem a existência de um Deus Criador, enquanto que a ciência natural pura alardeia não ter hipóteses a priori, e ser sem preconceito e objetiva [Van den Bergh (3) ]. Mas esse mesmo cientista admite (4) que a invariabilidade dos fenômenos naturais é o fundamento e a razão de ser da ciência natural. Mas tem essa invariabilidade sido provada de uma maneira irrefutável? Não, isso é impossível, pois ela é por si mesma uma hipótese, a priori, ou uma premissa. É um axioma de grande importância, realmente, mas não deixa de ser somente uma hipótese.
Ainda mais, a hipótese da invariabilidade não é tão evidente por si mesma como possa parecer, porque como postulado excluiria de fato os milagres sobrenaturais. Entretanto, os materialistas devem excluir a priori a existência de Deus, pelo menos de um deus que intervenha na natureza. Isso significa que tanto o criacionismo como o materialismo (evolucionismo) estão fundados em hipóteses a priori, isto é, ou que Deus existe ou que Deus não existe.
Alguns dizem, entretanto que é mais razoável negar a existência daquilo que é não-observável, do que admiti-lo. Dizem mais, ainda, que se tem razão de ser esta premissa dos criacionistas, de que Deus existe e que as suas obras são observáveis na natureza, ela deveria satisfazer pelo menos duas exigências razoáveis:
(1) como hipótese, deveria ser verificável, e (2) não deveria ser mais complicada do que o necessário para explicar os fenômenos observados.
Quando estas exigências são aplicadas às premissas do criacionismo discute-se que
(a) a existência de Deus não pode ser verificada por experiências científicas, e os fatos não podem mostrar conclusivamente que a natureza seja o trabalho das mãos de Deus; (b) não é necessário postular a existência e a atividade de um Ser Supremo, porque todos os fenômenos naturais podem ser explicáveis de uma maneira simples, natural.
Portanto, a existência de Deus deveria ser excluída do nosso pensamento natural científico.
Lógicas como possam parecer estas proposições, elas não são válidas totalmente. O ponto (a), por exemplo, simplesmente indica a limitação da ciência natural, pois quem garante que a realidade observável é a única e completa realidade? Se isto fosse considerado, dever-se-ia criar uma terceira hipótese a priori da ciência natural, para não mencionar ainda um quarto axioma necessário, de que os nossos órgãos sensores e nossos métodos de medida exprimem um quadro concordante da realidade total.
O ponto (b) é de fato um postulado muito útil ao lidar-se com objetos e processos que podem ser observados e medidos hoje em dia. O mesmo não acontece, entretanto, quando se lida com fenômenos naturais que não são observáveis, e que têm um caráter excepcional. O melhor exemplo de tais exceções é a origem da vida na Terra.
Poder-se-ia dizer que este é um problema que não se enquadra estritamente dentro da ciência natural. Isto seria então um reconhecimento honesto das limitações da ciência natural, porque a origem da vida é de fato um fenômeno excepcional e único, inteiramente afastado da nossa observação, enquanto que a observação é supostamente o fundamento do método científico natural.
Por outro lado, poder-se-ia dizer que a origem da vida é um fenômeno natural e que o seu exame portanto cai dentro do assunto “ciência natural”. Mas isto nos colocaria diante de um dilema inevitável – por um lado deve-se supor que a vida originou-se de matéria inanimada, e por outro lado está-se convencido de que não existe a “geração espontânea”!
Esse dilema não pode ser resolvido. Mesmo que um cientista fosse capaz de criar a vida no laboratório, ele teria mostrado somente como a vida poderia ter-se originado, mas do ponto de vista da filosofia natural não estaríamos um milímetro mais perto da resposta à pergunta de como a vida se originou realmente.
Simplicidade de explicação
Quando se consideram as duas exigências que uma hipótese deveria satisfazer, gostaríamos de perguntar:
(a) qual explicação é mais “simples” de ser admitida – que a vida se originou por um ato criativo sobrenatural único, ou que a vida originou-se por geração espontânea, um processo no qual os cientistas na sua maior parte não acreditam? (b) como poderíamos verificar se a vida se originou por criação ou por geração espontânea?
Este problema, pela sua natureza, não pode ser resolvido cientificamente. No máximo poder-se-ia mostrar como a vida poderia ter-se originado. Mas, mesmo assim, nada mais se poderia fazer do que imitar o ambiente no qual se supõe essa origem ter tido lugar, e esperar (talvez durante séculos) para ver se a vida se originaria então naquele ambiente.
Na realidade, sabe-se muito bem que uma grande habilidade técnica e um alto nível de inteligência seriam necessários para produzir a vida num tubo de ensaio. Se o protoplasma vivo pudesse algum dia ser sintetizado, então os cientistas naturais teriam simplesmente demonstrado que a vida somente poderia ter-se originado através da atividade de uma grande inteligência. Pode-se concluir, portanto, dizendo que:
(a) a explicação mais simples pode ser a criacionista, e devido às limitações da ciência natural um cientista não tem o direito ou razão de rejeitar esta explicação formalmente; e (b) uma explicação de um fenômeno natural pode ser correta, ainda que a verificação dentro da estrutura da ciência natural possa ser impossível.
Isto mostra que o criacionismo cobre um domínio muito maior do que o evolucionismo, porque investiga além do natural, em direção ao sobrenatural – este último não por imaginação, mas por revelação.
Dogma evolucionista
Atenção estrita será dada agora ao caráter científico do evolucionismo. No título deste artigo, a evolução é chamada de “doutrina”, e talvez seja esta a melhor maneira de descrevê-la, porque ela é um dogma que é ensinado com um apelo à credibilidade. Delfgaauw (5) discutiu o problema de chamar-se o evolucionismo uma tese, uma hipótese ou uma teoria.
A evolução não pode ser uma tese, porque uma tese deve ser provada, enquanto que a doutrina da evolução é não-provada e também não-palpável. No máximo poder-se-iam citar argumentos de probabilidade, mas não se pode provar que um suposto processo histórico que não está documentado tenha realmente tido lugar. As supostas conseqüências da evolução são documentadas, mas não o próprio processo de evolução.
É a doutrina da evolução uma hipótese? Uma hipótese serve para correlacionar certos fenômenos observados, e de fato esta é também uma função da doutrina da evolução. Mas há uma grande diferença. Na ciência, as hipóteses têm sempre uma existência temporária, desaparecendo tão logo hipóteses mais satisfatórias sejam achadas. Mas a doutrina da evolução não tem nenhuma alternativa na ciência natural. Mesmo quando um grande volume de dados é achado em contradição a esta doutrina, ela tem permanecido, porque os materialistas nada têm em substituição. Eles simplesmente recusam-se a olhar além do seu campo visual, e sob certo ponto de vista estão eles corretos, porque isto os faria metafísicos, filósofos naturais ou mesmo teólogos.
Mas ao assim agirem, têm eles então o direito de procurar uma explicação que, como eles mesmos admitem, evidentemente não pode ser dada dentro da estrutura da ciência natural? E quando eles dão uma explicação, pode ela possivelmente ser algo mais também do que uma filosofia, apesar de má filosofia? Delfgaauw reconhece isto de alguma maneira. Ele mostra que a doutrina da evolução não pode ser uma hipótese, porque não pode ser substituída por uma outra hipótese. Portanto, ela também não é uma teoria, porque uma teoria é uma maneira de pensar (a respeito de algum campo da ciência) que também deveria ser substituível por uma outra, o que para o materialista é impossível.
Portanto, Delfgaauw conclui que a doutrina da evolução é um “postulado”, isto é, uma exigência feita ao raciocínio, de tal maneira que, desejando-se pensar a respeito de um certo domínio da realidade, dever-se-ia pensar de acordo com esta exigência ou dever-se-ia não pensar. Este é um ponto de vista honesto mas muito característico de um materialista; simplesmente recusar-se a pensar de uma outra maneira, a não ser que seja aquela maneira do materialismo. Mas o materialismo nada mais é do que uma espécie de filosofia, e por que não se deveria também ter o direito de aceitar outra filosofia, como por exemplo, o criacionismo?
Quando se reconhece que o evolucionismo não se enquadra estritamente dentro da “ciência natural”, está-se apto a reconhecer muitos aspectos em que o evolucionismo se torna realmente não científico. Tem sido notado que a doutrina da evolução não oferece alternativa dentro da ciência natural. Portanto, ela é um postulado materialista. Mas é este um postulado “científico”?
Um postulado verdadeiramente científico deve satisfazer estes seis critérios:
(1) Deve estar em acordo com as principais leis da ciência natural e da matemática. (2) Não deve ser mais complicado do que o necessário para a explicação dos fenômenos observados. (3) Deve dar origem a conclusões que possam ser controladas por observações posteriores (experimentais). (4) Não se devem conhecer dados que não se enquadrem dentro do postulado.(5) É aceitável somente se hipóteses alternativas se tenham mostrado erradas ou menos satisfatórias. (6) A sua confiabilidade é inversamente proporcional ao número de postulados não provados nos quais ele está fundamentado.
Como satisfaz a doutrina da evolução estas exigências? Vejamos ponto por ponto.
(1) Um postulado científico deve estar de acordo com as principais leis da matemática e da ciência natural.
A evolução mostra uma dolorosa falta de coordenação entre os vários campos das ciências exatas. É um bem conhecido fenômeno que cada cientista sente as dificuldades da doutrina da evolução no seu próprio campo, mas imagina que a doutrina esteja suficientemente apoiada em outros campos. Nesse sentido, todo biologista deveria saber que a doutrina está em contradição com os princípios fundamentais da matemática, da física e da geologia.
Matemática - Em 1966 foi realizado (6) um simpósio de matemáticos e biologistas para discutir a incompatibilidade estatística existente entre a singularidade e a complexidade do gene e a teoria da seleção natural de mutações aleatórias. Parece que os matemáticos não entendiam os biologistas e vice-versa. Concordo com Salisbury (7) que somente os doutores M. Eden e M. P. Schützenberger realmente pareciam compreender o problema. Esses dois homens concordaram em que a origem e o desenvolvimento da vida, do ponto de vista evolucionista, eram altamente improváveis!
Física - A mesma discrepância é sentida entre a Física e a Biologia. Os físicos descobriram, como uma das principais leis do universo, a Segunda Lei da Termodinâmica. Eles asseveram que num sistema fechado (isto é, um sistema no qual é impossível a troca de energia com o ambiente), a entropia (isto é, a tendência para converter a energia cinética em calor) tende a aumentar. Sabe-se que esta lei tem validez universal, pois ela explica a tendência do universo para um nível mais baixo de ordem e organização. Isto é evidenciado pelo “envelhecimento” do universo e pela desintegração de estrelas complexas e dos metais radioativos.
Isto está em contraste gritante com um outro princípio (a evolução) inventado pelos biologistas, que por sua vez implica numa tendência do universo para um mais alto nível de ordem e organização. Ninguém ainda resolveu satisfatoriamente esta discrepância. De fato, tem sido objetado que a lei da entropia é somente válida para um sistema fechado enquanto que num sistema aberto (como a Terra) a entropia poderia temporariamente decrescer. Mas em primeiro lugar não há razão alguma para não se considerar o universo como um sistema fechado. Em segundo lugar, o mencionado decréscimo, na realidade, é somente temporário e não pode ser levado em conta para o estabelecimento de um princípio de tão (suposta) geral validez em todo o universo, como é o princípio da evolução.
Bok (8) tentou resolver este problema da origem da vida supondo que os organismos superiores tivessem um mais elevado grau de entropia (isto é, um nível mais baixo de energia) do que os organismos inferiores e a matéria inerte. Dessa maneira tentou harmonizar a evolução com a entropia, dizendo que a entropia leva à origem de maiores macromoléculas, porque estas têm um nível de energia mais baixo; portanto a origem da vida teria sido inevitável. Mas isso assimila as maiores macromoléculas aos organismos vivos – um ponto de vista que não leva em conta a compreensão da extremamente alta especificidade das células vivas.
A entropia é um princípio básico, que envolve tão somente a desorganização da natureza, e não um avanço evolucionista. O aumento e o armazenamento da energia é sempre temporário e muitas vezes cíclico (por exemplo, na ontogênese e no envelhecimento do corpo humano) e termina sempre em colapso, decaimento e morte. Observamos também isto em Biologia: a herança genética está sujeita a mutações, mas estas são quase sempre deletérias ao organismo, e levam a uma mais baixa viabilidade e fertilidade, Da mesma maneira, as formas cultivadas sempre involuem para o seu estado natural originário quando são deixadas a si mesmas. A suposta história evolucionista do homem é uma grande prova de degeneração, e não de evolução; os restos humanos mais antigos conhecidos (achados em Calaveras e Castenedolo) são inteiramente semelhantes ao homem de hoje.
Geologia - Uma terceira área de discrepância é conhecida, entre a Geologia e o evolucionismo. Quando o principio de uniformidade de Lyell é compreendido somente como expressão da validez geral das leis naturais, nada está errado. Mas quando ele se contrapõe à teoria do catastrofismo (Cuvier) como era intenção de Lyell, devemos tomar cuidado.
Admite-se que todos os estratos geológicos devem ter-se originado por inundações, e que talvez todos os fósseis devam a sua origem a uma catástrofe. Sob condições normais não surgem fósseis. O que são as épocas glaciais senão uma espécie de cataclismo? Surgiram os cemitérios de mamutes na Sibéria e os peixes e moluscos nos Alpes sob condições de “uniformidade”? E como se pode explicar a seqüência inversa dos estratos geológicos ao longo de milhares de quilômetros quadrados (por exemplo, em Montana, no Canadá, e em outros lugares)?
O princípio da uniformidade é a base fundamental de todos os métodos de datação; mas é ele um método fidedigno? Sabe-se que a velocidade de sedimentação é muito variável. E quanto aos métodos radioativos, como se pode saber se o chumbo numa formação rochosa é ou inteiramente radiogênico ou parcialmente primordial? Como se pode mostrar que a radiação cósmica foi sempre uniforme? Isso obviamente não pode ser verdadeiro sob o próprio ponto de vista evolucionista, que supõe como necessárias para a origem da vida condições atmosféricas completamente diferentes das atuais. Sinais de vegetação polar luxuriante em épocas remotas apontam para condições atmosféricas diferentes, ao mesmo tempo em que erupções vulcânicas também sabidamente alteram consideravelmente essas condições. Todas essas alterações influenciam as radiações cósmicas e confundem as nossas datações das rochas.
(2) Um postulado científico não deve ser mais complicado do que o necessário para a explicação dos fenômenos observados.
Esta exigência nos lembra das muitas hipóteses auxiliares que têm sido introduzidas na geologia, taxonomia, genética, paleontologia, etc., para tornar a doutrina da evolução mais aceitável.
O geólogo, por exemplo, vê-se a braços com os seguintes problemas:
(a) Em Montana, uma seqüência invertida dos estratos geológicos é achada ao longo de milhares de quilômetros quadrados, sem nenhum sinal de um cataclismo; como isto pode ser explicado? (b) Em nenhum lugar, mais do que dois ou três “períodos” geológicos são encontrados um acima do outro. Afirma-se que a coluna geológica completa compreende uma profundidade de cerca de 150 quilômetros enquanto que os estratos geológicos raramente têm uma profundidade de mais do que 800 metros. (c) Não há uma única prova independente de que o Devoniano, por exemplo, de fato ocorreu em lugares diferentes ao mesmo tempo. (d) Em nenhum local se apresenta em estratos a origem evolucionista de qualquer espécie de animal ou de planta. (e) Tem sido publicamente admitido que a noção dos fósseis índices é baseada num ciclo vicioso: eles indicam a idade de uma rocha na qual são achados, enquanto que eles mesmos são datados através da suposta idade da rocha à qual pertencem. Podem todos estes problemas ser resolvidos ou há possivelmente algo errado com a coluna geológica?
O taxonomista também conhece o seu dilema próprio. Seu sistema taxonômico tem-se tornado interessante porque refletiria a evolução dos organismos vivos, entretanto, ao mesmo tempo em que ele tem de admitir que todos os organismos constantes do seu sistema estão ainda vivos, deve também admitir que eles não descenderam uns dos outros, mas sim de supostos ancestrais comuns. Portanto, ele tem de introduzir uma hipótese auxiliar para explicar porque muitas formas primitivas permaneceram mais ou menos imutáveis, enquanto que outras sofreram uma evolução rápida e drástica.
O geneticista evolucionista deve fugir dos seguintes fatos estabelecidos:
(a) As espécies não se transformam;(b) Quase todas as mutações não são benéficas;(c) A produção de órgãos e organismos especializados através da seleção natural de mutações aleatórias é inaceitável estatisticamente.O evolucionista pode vencer estes obstáculos existentes para a doutrina da evolução somente através de hipóteses auxiliares não provadas e não prováveis.
Tais hipóteses são também necessárias ao paleontologista para evitar os seus problemas evolucionistas, tais como:
(a) Por que não existem formas intermediárias e transicionais? (b) Por que não são conhecidos órgãos nascentes? (c) Por que são os fósseis tão descontínuos quanto às formas atuais? (d) Por que dificilmente existe (se existir) um fóssil no Pré-cambriano? (ainda que 3/4 da suposta história da vida deva ter-se desenvolvido antes do Cambriano!) (e) De onde provieram os enormes cemitérios de animais? (f) De onde provieram todos aqueles filos invertebrados no Cambriano de maneira tão repentina? Qual foi a origem dos mamíferos no Terciário? De onde surgiram repentinamente as Angiospermas? (g) Como é possível que espécies que de acordo com a teoria são separadas por intervalos de milhões de anos com relação ao seu período de existência sejam, não obstante, achadas algumas vezes juntas na mesma rocha [tais como as supostas impressões de Homo e Dinosauros no rio Paluxy (Texas) o os crânios Wadjak encontrados por Dubois no mesmo estrato que o Pithecanthropus, etc.]?
(3) Um postulado científico deve dar origem a conclusões que possam ser controladas por observações (experimentais) posteriores.
Menciono agora outros aspectos da abordagem experimental nos quais a doutrina tem falhado. Experiências ecológicas e de cruzamento têm mostrado que nenhuma variação transgride os limites das espécies. As mutações podem ser vantajosas num ambiente muito específico, mas são quase sempre degenerativas. Híbridos selecionados retornam aos seus tipos ancestrais após livre cruzamento. Formas cultivadas retornam ao seu estado original.
Um grande problema para o evolucionista é também que não se encontrou até agora macromutação de espécie alguma com um alto valor seletivo. Também a mutação ocorrendo em genes existentes não acarreta a origem de novos genes. Adaptação conduz a variação e não a transformação. A seleção natural tende a eliminar as mutações e não a favorecê-las, e seleção natural sem nenhuma conseqüência evolutiva tem sido observada somente onde o homem criou drasticamente novas condições, com uma pressão seletiva muito grande.
Mutações espontâneas nunca podem ser a causa da origem de órgãos complicados ou organismos especializados. Além disso, órgãos complicados são úteis somente se forem completos e desta maneira as formas intermediárias seriam eliminadas obviamente (órgãos nascentes nunca foram encontrados). As mesmas mutações surgem muitas vezes na história das espécies, e desaparecem tão freqüentemente quanto surgem, fazendo com que as espécies oscilem em torno do tipo original. Esses pontos são alguns dos resultados da abordagem experimental, mas de maneira alguma confirmam o conceito de macroevolução.
(4) Não devem ser conhecidos dados que estejam fundamentalmente em desacordo com o postulado.
De fato, muitos dos problemas resumidos nas seções anteriores são contradições apresentadas à teoria da evolução. Muitos outros poderiam ser acrescentados:
(a) A lei da recapitulação (dizendo que o desenvolvimento embriológico de um organismo recapitula a sua filogenia), anteriormente um pilar da doutrina evolucionista, mostrou-se ser nada mais do que uma fraude de Haeckel. (b) As funções de quase todos os assim chamados “órgãos vestigiais” gradualmente se têm tornado conhecidas, de tal maneira que estes órgãos perderam o seu valor como “provas” para a evolução; além disso, a sua existência pode ser interpretada como uma evidência de regressão (degeneração) e não de evolução. (c) A história da vida de espécies diversas exibe degeneração, e não evolução. O homem é o melhor exemplo disso, pois as formas mais antigas são semelhantes ao homem contemporâneo, mas intermediariamente muitos tipos degenerativos surgiram tais como o homem de Neanderthal. (d) A origem dos protozoários ou insetos antes dos seus predadores é impossível. Num curto período de tempo eles teriam coberto todos os centímetros quadrados da superfície da Terra com uma grossa camada de organismos. Esse problema do equilíbrio natural é mui freqüentemente desprezado; por exemplo, os vírus (as mais simples formas “vivas”) não poderiam ter surgido antes dos organismos superiores dos quais eles são parasitas. Considerem-se as muitas plantas e animais que são completamente dependentes uns dos outros e pense-se nos ciclos alimentares naturais e nos ciclos químicos, e então se pergunte: como veio tudo isto a existir? (e) A paleobotânica é de fato um grande problema para o evolucionista, que vê formas complexas freqüentemente aparecendo anteriormente às assim chamadas formas mais simples, sem sinal algum de ancestrais, achando também freqüentemente aspectos supostamente “superiores” e “inferiores” na mesma planta. Além disso, conhecem-se muitas formas modernas que são (praticamente) idênticas a espécimes fósseis antigos (algumas vezes mesmo grandes intervalos de tempo são encontrados entre grupos supostamente relacionados entre si). Por outro lado, têm sido descobertas algumas das características anatômicas que caracterizaram um grupo particular, existindo também em supostos grupos não-relacionados. A filogenia completa das angiospermas de fato é um grande mistério.(9) (f) A suposta evolução do homem é contrária aos dados arqueológicos e históricos. Se a humanidade realmente é tão antiga quanto se julga, por que nunca produziu ela antes uma civilização peculiar? Como é possível que a civilização tivesse sido organizada tão subitamente no Oriente Próximo, somente cerca de 6000 anos atrás, e que esta civilização desde então não se tenha tornado cada vez mais civilizada? O centro da civilização simplesmente se deslocou gradualmente em direção ao oeste.
(5) Um postulado científico é aceitável suficientemente somente se hipóteses alternativas tenham-se mostrado erradas ou menos aceitáveis.
Poderíamos sugerir duas alternativas para o evolucionismo: o evolucionismo teísta (“Deus criou através do processo de evolução”) e o criacionismo estrito. O evolucionismo teísta (10) é uma fraca tentativa de conciliar o evolucionismo com a Bíblia. A macroevolução por ele definida é um sistema fechado no qual Deus não é necessário.
Os evolucionistas teístas confundem a criação com a Providência, fazendo Deus prisioneiro dos processos naturais. Ele criou porque esses processos ocorreram por si mesmos. Uma aceitação estrita do evolucionismo torna a fé em Deus, o reconhecimento do pecado, e a redenção, desnecessárias, como Huxley freqüentemente tem triunfantemente mencionado. Os evolucionistas teístas têm-se rendido a esta doutrina, aparentemente sem calcular as suas conseqüências.
Somente um criacionismo fundamentalista pode ser uma séria alternativa ao evolucionismo. Mas somente poucas pessoas sabem que os criacionistas de fato podem dar explicações tão ou ainda mais aceitáveis para muitos fenômenos naturais do que os evolucionistas. Em muitas disciplinas, supostas “provas” da evolução têm sido apresentadas. Estas são geralmente baseadas em círculos viciosos. Se se supõe a teoria da evolução como verdadeira, certos fenômenos tornam-se compreensíveis, e são então apresentados como argumentos para a evolução.
Mas na realidade esses fenômenos não são argumentos que vêm favorecer a evolução porque também se tornam compreensíveis quando se admite a criação. Por exemplo, as correspondências morfológicas entre os organismos pode ser compreendida como resultante de uma ascendência comum, mas também pode ser compreendida como um planejamento comum feito pelo Criador. Um plano tipológico comum, por exemplo, pode ser muito útil para uma maneira de vida semelhante, e essa poderia muito bem ser a razão pela qual Deus criou muitos animais de acordo com um planejamento semelhante. Além disso, a teoria da ascendência comum não é consistente, pois freqüentemente supõe “convergências” suspeitas, que são melhor compreendidas através da existência de um Criador comum, do que através da evolução (por exemplo, Mamíferos em contraposição aos Marsupiais; o olho dos Vertebrados em contraposição ao olho dos Cefalópodes).
O mesmo acontece em taxonomia: o sistema taxonômico pode apontar tanto a uma descendência comum como a um planejamento comum. Como cientista, prefiro a última possibilidade, porque se a evolução tivesse existido, eu não poderia explicar as separações bastante distintas entre as espécies. Na hipótese de evolução, esperaria uma transição muito menos descontínua entre as espécies, e também não saberia explicar como os organismos inferiores poderiam ter evoluído de ancestrais mais antigos sem nenhuma alteração importante, enquanto que os organismos superiores teriam evoluído dos mesmos ancestrais sofrendo muitas alterações. De fato, o sistema taxonômico não tem nada a ver com um suposto pedigree.
O mesmo é verdadeiro com relação aos assim chamados órgãos vestigiais, se realmente existir algum. Eles poderiam apontar ou para uma ascendência comum ou para um planejamento criativo comum. Aqui, novamente, prefiro a última hipótese, porque os órgãos vestigiais, se na realidade são mesmo “vestigiais”, entendem-se facilmente como degeneração e não como evolução, sendo classificados como desvios posteriores relativos ao planejamento criativo.
O dilúvio bíblico pode também ser responsável por muitas das chamadas “provas” da evolução. A Paleontologia e a Geologia ou nos ensinam a história da vida, ou a deposição de sedimentos e organismos durante o dilúvio. Seria suficiente referir-se aqui ao trabalho de Morris e Whitcomb (11) que mostram que os argumentos apresentados para a coluna geológica são muito fracos para sustentá-la. Mas todos estes argumentos, por outro lado são facilmente compreendidos, aceitando-se a criação e o dilúvio. Também a distribuição geográfica dos organismos pode muito bem ser explicada como tendo acontecido após o dilúvio. Não é meu objetivo resumir extensivamente todas as evidências existentes para a criação. Estou simplesmente tentando responder se o evolucionismo, como doutrina, é cientificamente mais aceitável do que o criacionismo. Nesse ponto, a genética tem ajudado os criacionistas, porque tem mostrado nada mais do que o fato de as espécies serem variáveis mas não transformáveis.
(6) A confiabilidade de um postulado científico é inversamente proporcional ao número de postulados não provados no qual ele se baseia.
Isto é mais uma característica do que uma exigência para um postulado científico. Mas o importante é que, quando os fundamentos não provados de um postulado científico são muito numerosos, pode-se duvidar se realmente aquele postulado merece ser chamado de “científico”. Para crer na evolução é necessário basear-se num grande número de indicações provenientes de várias disciplinas, que podem ser interpretadas como apoiando o ponto de vista evolucionista, mas que igualmente bem, ou mesmo até melhor, podem ser compreendidas sob o ponto de vista criacionista.
Mas é também necessário para os evolucionistas aceitar um grande número de premissas que são muito essenciais para os seus pontos de vistas, as quais não são provadas, para as quais dificilmente há qualquer evidência, e que muitas vezes são completamente improváveis. No século passado isto não era um problema porque os defensores do evolucionismo tinham a firme convicção de que a evidência necessária para as suas suposições seria mais cedo ou mais tarde certamente obtida.
Entretanto, os pilares do evolucionismo não puderam ser sustentados durante os últimos cem anos, mas foram, sim, enfraquecidos de uma maneira contínua devido às novas evidências. Neste sentido o evolucionismo nada mais é do que um interessante anacronismo. Ele se adaptava a uma época em que se acreditava na “geração espontânea” enquanto que hoje se sente ser um dilema acreditar numa geração espontânea que não pode ocorrer. Naquela época também a teoria da uniformidade de Lyell podia ser considerada a par com as teorias catastróficas, enquanto que hoje em dia sabe-se que os geólogos nada mais fazem do que estudar cataclismos.
A evolução surgiu numa época em que 3/4 da sugerida história da vida estavam completamente faltando nos registros fósseis, porque teriam tido lugar antes do Cambriano, e os estudiosos acreditavam que o Pré-cambriano apresentaria uma grande quantidade de fósseis que viriam ilustrar esta parte que então faltava. Mas mesmo ainda hoje dificilmente existe um único fóssil Pré-cambriano fidedigno. Isso significa que, porque todos os fila dos Invertebrados estão representados no Cambriano, os evolucionistas têm de aceitar na base da fé, sem nenhuma evidência, que todos os vírus, bactérias, plantas e animais são realmente inter-relacionados. Em segundo lugar, eles devem asseverar que os Metazoa se originaram dos Protozoa (o que também é dificilmente aceitável). Em terceiro lugar eles devem acreditar que os fila dos Invertebrados são inter-relacionados e que os Vertebrados descendem dos Invertebrados. Os evolucionistas baseiam os seus pontos de vista na fé, e assim não têm o direito de reprovar os criacionistas pela sua crença num Criador. Não é preciso aceitar-se o evolucionismo teísta também, porque não se está convencido de maneira completa que os estratos geológicos representem vastos períodos geológicos. É um fato estabelecido que cada rocha conhecida (desde o Cambriano até o Quaternário) tem sido achada superposta diretamente ao Pré-cambriano. Em nenhum lugar tem-se achado um trecho representativo da suposta coluna geológica, enquanto que em muitos lugares os estratos são dispostos numa seqüência reversa, sem nenhum traço de cataclismo secundário.
Desta maneira poder-se-ia prosseguir mencionando muitas asserções evolucionistas infundadas, que não têm encontrado apoio no último século, Não admira, portanto, que especialmente cientistas jovens levantem questões e tenham dúvidas quanto à validez do evolucionismo. Seria irreal, entretanto esperar que finalmente o evolucionismo fosse rejeitado. Enquanto a maior parte dos cientistas se recusar a aceitar que há uma alternativa apresentada pela Palavra de Deus, apegar-se-ão a sua doutrina inaceitável e refutada, por eles mantida como a sua fé - a sua própria religião.
Conclusão
Dois pontos foram ressaltados:
· Primeiro, que é errado dizer que o evolucionismo é mais “científico” do que o criacionismo, em meras bases lógicas e filosóficas. De um ponto de vista objetivo, sem preconceitos, ambos são alternativas equivalentes.
· Em segundo lugar, entretanto, em bases científicas naturais o evolucionismo não satisfaz nenhuma das exigências que seriam feitas a seu respeito.
Quanto aos fatos conhecidos até o presente deve ser claro que o criacionismo deveria levar vantagem como sendo mais consentâneo com o nosso conhecimento da natureza. De fato, a fé Cristã realmente não precisa de provas científicas para sua consistência, mas por outro lado é importante reconhecer que o criacionismo não é baseado numa fé cega, desprezando a evidência indiscutível. Realmente, os seus fundamentos, do ponto de vista científico, são melhores e mais firmes do que aqueles do materialismo. Para aqueles que acreditam que todas as palavras da Escritura são a infalível Palavra de Deus, isto não causa surpresa.
Bibliografia
(1) Grassé. P. P. 1966. L´évolution, faits, expériences, théories (in) Biologie générale. Ed. P. P. Grassé et al. Masson et Cie., Paris, p. 959.(2) Van Melsen, A. G. M. 1968. Evolutie en Wijsbegeerte. Het Spectrum, Utrecht. p. 94.(3) Van den Bergh, S. G. 1969. Inaugural Address. Utrecht, pp. 5, 6.(4) Loc. cit., p. 6.(5) Delfgaauw, B. 1967. Evolutie en Filosofie (in) Evolutie en de Filosofie, de Biologie, de Kosmos. Het Spectrum, Utrecht, pp. 12-23. (6) Moorhead, P. S. and M. M. Kaplan, Editors. 1967. Mathematical challenges to the neo-Darwinian interpretation of evolution. Wistar Inst. Press, Philadelphia.
(7) Salisbury, F. B. 1969. Natural selection and the complexity of the gene, Nature, 224:342-343. Este é um interessante artigo sobre o assunto.(8) Bok, S. T. 1963. Het ontstaan van het leven. Het Spectrum, Utrecht.(9) Howe, G. F. 1964. Paleobotanical evidences for a philosophy of creationism, Creation Research Society Annual, pp. 24-29, (10) Ver, por exemplo, recentemente: Lever, J. 1969. Waar blijven we? J. H. Kok N. V., Kampen. (11) Morris, H. M. and J. C. Whitcomb, Jr. 1961. The Genesis flood. Presbyterian and Reformed Publishing, Philadelphia.


Artigo publicado no primeiro número da FOLHA CRIACIONISTA




NÃO DEIXE DE VISITAR ESTE SITE E PESQUISAR A REVISTA CRIACIONISMO